Los hábitos alimenticios adquiridos durante la edad escolar son fundamentales para establecer una dieta sana y equilibrada en etapas posteriores de la vida. Este periodo es clave para que los niños aprendan a disfrutar de nuevos sabores y texturas, así como para acostumbrarse a consumir una variedad de alimentos en las proporciones adecuadas. En este contexto, padres, cuidadores y comedores escolares desempeñan un papel crucial.
Desayuno: Una prioridad para el rendimiento escolar
El desayuno es la base del rendimiento físico y cognitivo en la jornada escolar. Se recomienda que los niños descansen al menos 9-11 horas, dependiendo de la edad, para garantizar un despertar temprano y tranquilo que les permita desayunar con tiempo y calma. Sin embargo, se estima que solo el 40% de los niños realizan un desayuno completo, lo que puede repercutir negativamente en su concentración y energía a lo largo del día.
Un desayuno equilibrado debe incluir:
Cereales integrales: pan integral, avena o cereales bajos en azúcar.
Lácteos: leche, yogur o alternativas vegetales enriquecidas con calcio.
Fruta fresca: una pieza entera o un vaso de zumo natural sin azúcar añadido.
Los niños que desayunan en compañía de su familia tienden a consumir alimentos de mayor calidad nutricional. Involucrarlos en la preparación de esta comida también puede fomentar hábitos saludables.
El tentempié de media mañana
Un tentempié saludable es vital para mantener la energía y la concentración. La opción ideal dependerá de la calidad del desayuno previo:
Opciones ligeras: una pieza de fruta, frutos secos o un yogur natural.
Opciones más consistentes: un pequeño bocadillo integral con alimentos saludables como tortilla, pavo o queso fresco.
Es esencial evitar productos ultraprocesados ricos en azúcares y grasas saturadas, como bollos industriales o bebidas azucaradas, que incrementan el riesgo de obesidad y otros problemas metabólicos.
Comedores escolares: Una herramienta educativa
En los últimos años, los comedores escolares han mejorado notablemente en cuanto a la calidad y diseño de sus menús. Actualmente, muchos centros cuentan con dietistas o nutricionistas que elaboran menús equilibrados y adaptados a las necesidades de los niños según su edad y nivel de actividad.
Un buen menú semanal debe incluir:
Primeros platos: Dos raciones de verduras (ensaladas, purés o guisos) y al menos una de legumbres.
Segundos platos: Dos o tres raciones de pescado y el resto de carne magra o huevos.
Postres: Mayoritariamente fruta fresca, alternada con lácteos como yogures naturales.
La cantidad y presentación de los alimentos también son cruciales para fomentar el consumo. Además, se deben ofrecer alternativas para niños con alergias o intolerancias alimentarias.
Consumo de lácteos y azúcares en la dieta escolar
Los lácteos continúan siendo una fuente esencial de calcio y vitamina D. Se recomienda consumir de 2 a 3 raciones diarias, priorizando opciones bajas en grasa y azúcar, como leche semidesnatada, yogures naturales o quesos bajos en grasa.
Por otro lado, el exceso de azúcares sigue siendo una preocupación. Estudios recientes han mostrado que el consumo diario de bebidas azucaradas y productos ultraprocesados en niños españoles ha disminuido ligeramente, pero aún es alarmantemente alto. Este hábito contribuye al desarrollo de obesidad infantil, caries y resistencia a la insulina. Es prioritario fomentar el consumo de agua como bebida principal.
Rol de los padres: Complementar el menú escolar
Los padres desempeñan un papel activo en la alimentación de sus hijos. Revisar el menú escolar mensual les permite equilibrar las comidas del día. Si en el comedor se ofrece pescado, la cena podría incluir huevos o legumbres. Asimismo, deben asegurarse de que la merienda sea nutritiva, evitando productos ultraprocesados y optando por frutas, frutos secos o yogures.
Obesidad infantil: Una epidemia silenciosa
La obesidad sigue siendo uno de los mayores retos de salud pública. En España, según datos de la Encuesta Nacional de Salud (2022), el 18,1% de los niños entre 6 y 9 años tiene obesidad, y otro 26% sufre sobrepeso. Estos niños tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y problemas ortopédicos en el futuro.
La prevención se basa en dos pilares fundamentales:
Dieta equilibrada: Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y priorizar la dieta mediterránea.
Actividad física: Fomentar al menos una hora diaria de actividad moderada o vigorosa.
Es importante que los padres y educadores trabajen juntos para promover hábitos saludables desde edades tempranas.
Saber más: Curiosidades sobre la dieta mediterránea
¿Sabías que la dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado, legumbres y aceite de oliva, ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO? Diversos estudios científicos han demostrado que seguir este patrón alimentario reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad y cáncer. Implementar este tipo de dieta en la infancia no solo mejora la salud actual de los niños, sino que también les enseña hábitos que los beneficiarán toda la vida.
Dr. Javier Aranceta Bartrina, Presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC)
Revisado por María Gabriela Sagastume Rodríguez, Estudiante de Nutrición Clínica, Universidad Mariano Gálvez de Guatemala. Fundación Iberoamericana de Nutrición. Diciembre, 2024.
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