La alimentación es uno de los factores más influyentes para conseguir un adecuado crecimiento y desarrollo de los niños. Adquirir unos hábitos alimentarios saludables durante la infancia es fundamental para promover la salud y prevenir enfermedades en la edad adulta.
El niño de 1 a 3 años se encuentra en una etapa de transición entre el periodo de crecimiento rápido del lactante y el periodo de crecimiento estable del escolar. Mantiene un crecimiento lineal sostenido, con un incremento regular del peso.
En este periodo, comienzan a crearse algunos hábitos que dependen de factores sociales y ambientales, y se adquieren las costumbres propias de la familia, de ahí la importancia del papel de los padres y educadores en la educación nutricional de los niños.
En esta primera etapa, el niño comienza a desarrollar su personalidad, aprende a comunicarse, empieza a andar, a moverse libremente y a escoger los alimentos que quiere comer. En esta edad, los niños aprenden a masticar y es necesario enseñarlos a hacerlo correctamente, dándoles pequeñas cantidades de comida, con paciencia y tiempo, que ensaliven bien, incluyendo poco a poco alimentos con texturas diferentes.
La dieta cuanto más variada, más equilibrada. Una dieta variada y equilibrada permite al niño conocer diferentes sabores, texturas, colores, a la vez que satisface sus necesidades nutricionales. Un plato bien preparado, alternando distintas técnicas culinarias y presentaciones, despierta la curiosidad e interés del niño y es una buena manera de introducir nuevos alimentos a la par que estimula sus ganas de comer.
Recomendaciones específicas niños/as de 1 a 3 años
Los requerimientos de nutrientes y energía en esta primera etapa de vida dependerán de las necesidades basales, de la velocidad de crecimiento y de la actividad física, entre otros factores.
La cantidad de alimento varía mucho de una comida a otra, y, en general, una gran comida va seguida de otra de menor cantidad. Además, sus preferencias varían, siendo muy característico que alimentos que en un momento dado ingieren muy bien al cabo de un tiempo los rechazan, y viceversa, los que rechazan en este momento son tomados bien al cabo de unas semanas.
Conviene establecer un orden con 4-5 comidas/día, distribuyendo las calorías a ingerir entre el desayuno (20-25% del total), comida (30-35%), merienda (15-20%) y cena (25%).
El desayuno saludable debe ser variado, completo, equilibrado y satisfactorio. Para crear un desayuno saludable deben evitarse los alimentos de alto contenido calórico y baja densidad nutricional, que simplemente aportan calorías, grasa, sodio o azúcar a la ingesta total del día.
El desayuno debe incluir al menos tres grupos de alimentos principales que ayuda a cubrir las recomendaciones de consumo de cada uno de ellos y su consumo por separado se asocia a mejores patrones alimentarios:
Lácteos: leche entera (mejor opción) o queso no graso, yogur. Si se le da leche materna o de continuación, se recomienda seguir con ella hasta los 3 años.
Cereales (preferiblemente integrales): pan, bizcocho casero. El pan se puede acompañar con aceite de oliva virgen (mejor opción), tomate, aguacate, mantequilla (sólo ocasionalmente), queso, humus…
Frutas: una pieza de fruta entera (mejor opción) o cortada en trozos pequeños para facilitar su consumo por la mañana.
Numerosos expertos recomiendan complementar con un cuarto grupo:
Aceite de oliva virgen, hortalizas, frutos secos, alimentos proteicos (huevos, jamón, salmón, legumbres…). La combinación de todos estos grupos de alimentos aporta hidratos de carbono complejos, fibra, proteína, agua, grasa de calidad, vitaminas y minerales al organismo.
A media mañana y en la merienda se aconseja darles pequeñas cantidades de alimentos para evitar que pierdan el apetito en la comida o en la cena. Se puede ir variando cada día, eligiendo entre fruta (mejor de temporada) o lácteos (yogur, queso no graso) o un bocadillo pequeño de jamón cocido, pechuga de pavo o pollo, o queso no graso. Los frutos secos son un gran aliado y hay que evitarlos fritos o salados y optar por el formato más natural posible. Se recomiendan su introducción en formatos seguros como en polvo, cremas de frutos secos o en recetas como purés o tortitas, por ejemplo.
La comida del mediodía y la cena se recomienda el consumo de verdura y/u hortalizas diariamente. Si bien los purés son la forma de presentación más aceptada por los niños, es conveniente que se acostumbren a tener que masticar, por lo que hay que darlo en forma de ensalada de tomate, ensaladilla, etc., o en otras preparaciones de fácil masticación.
Se recomienda aumentar el consumo de pescado, siendo más recomendable para este grupo de edad el pescado blanco. Es importante su consumo para satisfacer los requerimientos de ácidos grasos de cadena larga, especialmente DHA. Se aconseja el uso de cereales integrales (arroz integral, pan integral), carnes blancas (pollo, pavo), queso, huevo, etc.
Se recomienda el consumo preferente de aceite de oliva virgen o virgen extra en lugar de otros aceites o grasas de adición (mantequilla, margarina, etc.); reducir el consumo de sal, utilizando, a ser posible, la sal yodada; y moderar el consumo de productos de bollería industrial, chucherías, helados, snacks salados (patatas fritas, «ganchitos») por su riqueza en grasa saturada (aceite de coco y palma), grasas hidrogenadas, ácidos grasos trans y colesterol, además de por su exceso en azúcares y sal, alto contenido energético y escaso valor nutritivo.
Picotear no es una buena práctica alimentaria, especialmente alimentos con alto valor energético (galletas, golosinas, patatas fritas…) que interfieran en su apetito.
El niño come jugando, por lo que la forma de presentación del alimento y las diferencias de textura pueden favorecer su ingesta.
Los pasteles y chucherías sólo deben ser consumidos de manera ocasional, así como zumos y refrescos. A este respecto hay que recordar que las bebidas en la edad pediátrica son leche y agua.
Si el niño come en la guardería o en el colegio, habrá que conocer su menú para poder complementar su dieta con el resto de comidas que realiza en casa. Se debe evitar la monotonía en los menús, haciéndolos más atractivos a la vista, alternando distintas formas de elaboración. Nunca se deben ofrecer los alimentos como recompensa o castigo.
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Es necesario inculcar a los niños unos buenos hábitos de higiene, acostumbrarlos a lavarse las manos antes de comer y a cepillarse los dientes después de comer. La comida debe hacerse en un ambiente distendido, sin prisas, evitar la televisión, para que los niños coman tranquilos, ensaliven y mastiquen bien los alimentos, acostumbrándose a los distintos sabores y texturas. Es recomendable estimular en el niño la práctica de una actividad física apropiada a su edad (jugar, pasear, caminar…).
Dra. Dª. Ana María Haro García, Farmacéutica y Tecnóloga de los alimentos.
Revisado por Dra. Casandra Madrigal. Nutricionista-Dietista, Doctora en Nutrición y Ciencia de los alimentos. Fundación Iberoamericana de Nutrición-FINUT. Febrero, 2025.
Referencias
LIBRO blanco de la nutrición infantil en España / Montserrat Rivero Urgell… [et al.] (coords.). — Zaragoza : Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2015. ISBN 978-84-16515-24-0
Moreno Aznar, Luis A, Vidal Carou, María del Carmen, López Sobaler, Ana María, Varela Moreiras, Gregorio, & Moreno Villares, José Manuel. Papel del desayuno y su calidad en la salud de los niños y adolescentes en España. Nutrición Hospitalaria, 2021, 38(2), 396-409. Epub 24 de mayo de 2021.https://dx.doi.org/10.20960/nh.03398