Deshidratación en adultos mayores

Deshidratación en adultos mayores en España: un problema silencioso pero prevenible

Mantenerse bien hidratado es esencial para la salud, pero a medida que se envejece, el cuerpo pierde la capacidad de regular el equilibrio de líquidos con la misma eficacia. La prevalencia de deshidratación en adultos mayores varía entre un 12 % y un 50 %, mientras que 3 de cada 10 personas que viven en residencias geriátricas padecen deshidratación, según un reciente estudio español. Esta deficiencia puede afectar gravemente la calidad de vida de las personas mayores.

¿Qué es la deshidratación y por qué afecta más a los mayores?

La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, lo que puede ir acompañado de una pérdida de sales esenciales, como el sodio. Dado que aproximadamente entre el 45 % y 55 % del peso corporal de un adulto mayor es agua (menos que en adultos jóvenes), las reservas hídricas son más limitadas.

En un adulto sano, el cuerpo activa mecanismos para retener agua, como la liberación de la hormona antidiurética y la angiotensina II, que ayudan a conservar los líquidos a través de los riñones. Sin embargo, con la edad:

Los riñones pierden eficiencia: Disminuye su capacidad para concentrar la orina y conservar agua.

Se reduce la sensación de sed: El cerebro necesita mayores señales para activar la necesidad de beber, lo que puede llevar a que las personas mayores no perciban la deshidratación a tiempo.

Menor elasticidad en los tejidos: Hace que la capacidad de almacenar agua disminuya.

Además, las enfermedades crónicas, ciertos medicamentos (como diuréticos o laxantes), la movilidad reducida y trastornos cognitivos, como la pérdida de memoria, la demencia, dificultan aún más mantener una hidratación adecuada.

¿Cuánta agua necesitan los adultos mayores?

Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), las recomendaciones de ingesta de agua para mayores de 18 años, que son las indicadas para las personas mayores son:

Hombres: 2,5 litros al día (aproximadamente 10 vasos).

Mujeres: 2 litros al día (aproximadamente 8 vasos).

El 80 % del agua proviene de líquidos como agua, infusiones o zumos, mientras que el 20 % restante se obtiene a través de los alimentos, especialmente frutas y verduras ricas en agua.

Factores que aumentan el riesgo de deshidratación

Enfermedades agudas: Vómitos, diarrea, fiebre o infecciones como la gripe aumentan la pérdida de líquidos.

Malnutrición o dieta insuficiente: No comer suficiente fruta y verdura limita la ingesta de agua a través de los alimentos.

Temperaturas extremas: En climas muy calurosos o fríos, el cuerpo pierde más agua, ya sea por sudor o por el aire seco.

Medicamentos: Algunos diuréticos, laxantes o tratamientos para la presión arterial alta pueden aumentar la pérdida de líquidos.

Problemas de memoria o movilidad: Dificultades para recordar beber agua o para acceder a ella sin ayuda.

Síntomas de deshidratación en adultos mayores

Los signos pueden aparecer de forma paulatina o repentina, e incluyen:

Sequedad en la piel y mucosas (boca, nariz)

Orina oscura o en poca cantidad

Mareos, confusión o desorientación

Latidos cardíacos acelerados

Presión arterial baja

Somnolencia o síncope (desmayo)

Dado que el cuerpo tiene menos reserva de líquidos con la edad, incluso una deshidratación leve puede afectar gravemente la salud, aumentando el riesgo de infecciones urinarias, caídas, deterioro cognitivo e incluso hospitalización. Si no se trata, la deshidratación puede evolucionar a problemas más graves, como desequilibrios electrolíticos, insuficiencia renal o shock.

Consejos para prevenir la deshidratación en adultos mayores

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda:

Beber agua antes de tener sed: La sed es una señal tardía de deshidratación, por lo que es mejor anticiparse.

Variar las fuentes de hidratación: Además del agua, se pueden consumir infusiones, caldos, leche o zumos naturales.

Mantener horarios fijos para beber líquidos: Tener rutinas ayuda a no olvidar la ingesta de agua.

Ofrecer agua a personas dependientes: Si cuidas a alguien mayor, recuérdale y ayúdale a beber con frecuencia.

Vigilar en épocas de calor o enfermedad: Aumentar la ingesta en situaciones de mayor pérdida de líquidos.

Controlar la temperatura del agua: Se recomienda que esté entre 10-15 °C para hacerla más apetecible.

Aprovechar los alimentos con alto contenido de agua: Frutas como sandía, melón o naranjas, y verduras como pepino o tomate.

Evitar largos periodos sin beber líquidos: Establecer horarios o rutinas para ofrecer agua o líquidos de forma regular.

Prevenir la deshidratación en adultos mayores no solo mejora su calidad de vida, sino que también reduce complicaciones graves de salud. Crear el hábito de beber líquidos regularmente, adaptar la dieta y estar atentos a los factores de riesgo puede marcar una gran diferencia.

Saber más

Mantener una buena hidratación es esencial para el cuerpo, pero en las personas mayores esto puede ser más difícil de lograr y, a menudo, pasa desapercibido. Un estudio (Atciyurt y colaboradores, 2024) encontró que las personas deshidratadas tenían más probabilidades de ser mujeres, tener diabetes o insuficiencia renal crónica, y ser más propensas a caídas (un 38% más de probabilidad) y pérdida de masa muscular (sarcopenia). Además, quienes presentaban deshidratación tendían a ser más dependientes para realizar actividades diarias básicas (como vestirse o alimentarse).

Este estudio subraya la importancia de detectar y prevenir la deshidratación para evitar consecuencias graves, como fracturas o pérdida de autonomía. Algunas medidas simples, como beber agua regularmente y estar atentos a los signos de deshidratación, pueden hacer una gran diferencia en la salud de las personas mayores.

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Original de Dª. Marina Carpena, Licenciada en Medicina y Cirugía

Actualizado y revisado por Dra. Jennifer Bernal-Rivas. Nutricionista-Dietista, Máster en Nutrición Humana y Doctora en Ciencias. Fundación Iberoamericana de Nutrición-FINUT. Febrero, 2025.

Referencias

Clínica Mayo. Deshidratación: síntomas y causas. https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/dehydration/symptoms-causes/syc-20354086 Consultado 25 febrero 2025.

Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina. 2005. Dietary Reference Intakes for Water, Potassium, Sodium, Chloride, and Sulfate. Washington, DC: The National Academies Press. https://doi.org/10.17226/10925.

Botigué, T., Miranda, J., Escobar-Bravo, M. Á., Lavedán, A., Roca, J., & Masot, O. (2021). Análisis de la deshidratación de adultos mayores en una residencia geriátrica de España: prevalencia y factores asociados. Nutrición Hospitalaria38(2), 252-259.

Nishi, S. K., Babio, N., Paz-Graniel, I., Serra-Majem, L., Vioque, J., Fitó, M., … & Salas-Salvadó, J. (2023). Water intake, hydration status and 2-year changes in cognitive performance: A prospective cohort study. BMC medicine21(1), 82.

AESAN. Hábitos para toda la vida: hidratación también es salud. https://www.aesan.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/noticias/2016/diptico_HDNN.pdf Consultado 25 febrero 2025.

Atciyurt, K., Heybeli, C., Smith, L., Veronese, N., & Soysal, P. (2024). The prevalence, risk factors and clinical implications of dehydration in older patients: a cross-sectional study. Acta Clinica Belgica79(1), 12-18.

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