La alimentación adecuada durante los primeros años de vida es fundamental para el desarrollo físico y cognitivo del niño. Las nuevas Guías de alimentación complementaria para infantes y niños de los 6 a los 23 meses de la Organización Mundial de la Salud (2023), recomienda el consumo de una dieta variada, donde deben consumirse diariamente alimentos de origen animal, como carnes, pescados o huevos.
Los estudios sugieren que el consumo de alimentos de origen animal:
Mejoran los resultados de crecimiento,
Reducen el riesgo de anemia y
Aumentan las concentraciones de hemoglobina.
Destaca que los niños que consumieron huevos de gallinas alimentadas con alimentos enriquecidos en Omega 3 (DHA o ácido docosahexanoico) presentaron un mejor estado nutricional de esta grasa. Según un estudio se observó que, cuando se excluía de la dieta la carne, las aves, el pescado y los huevos para los niños de 6-8 meses, la dieta no satisfacía las necesidades nutricionales de hierro, zinc y vitamina B12. En el caso de los niños de 9-11 meses, aumentaba la diferencia para cubrir las necesidades de hierro. Todas las dietas incluían carne de vacuno, cordero, caza, hígado o pescado pequeño.
En la actualidad, los lineamientos sobre la introducción de alimentos potencialmente alergénicos, como huevos, pescados y carnes, han evolucionado significativamente con base en nuevas evidencias científicas. Estas modificaciones están orientadas a reducir el riesgo de alergias alimentarias y a garantizar una nutrición balanceada en las etapas críticas del desarrollo infantil. Además, una dieta complementaria planificada correctamente puede prevenir deficiencias nutricionales crónicas y fomentar el desarrollo de hábitos alimenticios saludables (OMS, 2023).
Carne: un alimento esencial para el desarrollo
La carne es una fuente valiosa de proteínas de alta calidad, hierro hemo (fácilmente absorbido), zinc y vitaminas del grupo B, especialmente la B12. Estos nutrientes son esenciales para la formación de hemoglobina, el fortalecimiento del sistema inmunológico y el desarrollo cerebral. En los últimos cinco años, estudios han confirmado la importancia de introducir carne magra (pollo, pavo, ternera) a partir de los seis meses de edad como parte de la dieta complementaria. La carne debe ofrecerse bien cocida y triturada o en forma de puré para facilitar su consumo y digestibilidad.
El proceso de introducción debe ser gradual. Según las nuevas guías, las cantidades se van aumentando a medida que el niño va creciendo. Se debe evitar agregar sal o condimentos que puedan afectar la aceptación del alimento por parte del bebé. El jamón cocido sin grasa puede ser una alternativa adecuada en lactantes mayores, debido a su fácil manipulación y valor nutricional. Sin embargo, se recomienda moderación en el consumo de hígado debido a su alto contenido de vitamina A, que en exceso puede ser tóxico, y a la posibilidad de contaminantes acumulados en esta víscera.
Pescado: una fuente clave de nutrientes
Los pescados son aportadores de proteínas de elevada calidad nutricional, de grasas, como los ácidos grasos omega-3, fundamentales para el desarrollo cerebral y visual del lactante, así como de yodo, vitamina D y selenio. Estos nutrientes contribuyen a la maduración del sistema nervioso y a la salud ósea. Contrario a las recomendaciones previas de retrasar su introducción, estudios recientes sugieren que introducir pescado blanco (merluza, gallo, lenguado) desde los seis meses podría incluso reducir el riesgo de alergias. Se debe ofrecer siempre bien cocido, desmenuzado y libre de espinas para evitar riesgos de atragantamiento.
El pescado azul, como salmón, caballa y sardinas, es especialmente beneficioso por su alto contenido en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, pero también puede contener niveles significativos de mercurio. Por esta razón, su introducción se recomienda después de los 12 meses, en cantidades moderadas (una o dos veces por semana). Además, el pescado enlatado en agua puede ser una opción práctica para las familias, aunque es importante leer las etiquetas para evitar el exceso de sodio.
Huevo: nuevas perspectivas sobre su introducción
En los últimos años, investigaciones han revolucionado la comprensión de la introducción del huevo en la dieta infantil. Estudios como el EAT (Enquiring About Tolerance) y LEAP (Learning Early About Peanut Allergy) han demostrado que introducir huevo desde los seis meses podría reducir la incidencia de alergias alimentarias en niños en riesgo, promoviendo la tolerancia inmunológica.
Actualmente, se recomienda ofrecer huevo cocido y triturado desde los seis meses, comenzando con cantidades pequeñas (una cucharadita) y aumentando gradualmente. Tanto la yema como la clara pueden incluirse desde el inicio, siempre cocidas, para evitar riesgos de infecciones como la salmonelosis. El huevo puede incorporarse en preparaciones simples como purés o tortillas. Al principio, se puede dar 2-3 veces por semana y ajustar según la tolerancia del niño. Además, es importante observar cualquier posible reacción adversa y consultar al pediatra si se presentan síntomas como erupciones cutáneas o molestias digestivas.
Creencias en el consumo de proteínas animales
La mayor parte de la población mundial consume una amplia gama de proteínas de origen animal. Sin embargo, las creencias culturales y religiosas de algunas poblaciones limitan la aceptabilidad. Por ejemplo, los lactovegetarianos excluyen la carne, el pescado, las aves y los huevos, pero permiten los productos lácteos, mientras que los ovovegetarianos excluyen la carne, las aves, el marisco y los productos lácteos, pero permiten los huevos. Para algunas poblaciones, es aceptable comer carne de vacuno, pero no de cerdo por motivos religiosos.
En consecuencia, existe un amplio espectro de que las proteínas de origen animal son aceptables. Por lo tanto, es probable que la recomendación de consumirlas sea ampliamente aceptable, excepto entre las poblaciones veganas, que excluyen todos los tipos de fuentes animales de su dieta. En estos, el consumo de alimentos enriquecidos, legumbres (lentejas, garbanzos, judias y alubias), frutas, verduras, frutos secos triturados sean los aportadores de proteínas de origen vegetales.
Consideraciones sobre alimentos alergénicos
La evidencia reciente apoya la introducción temprana de alimentos potencialmente alergénicos, incluyendo pescado, huevo y frutos secos (en forma de crema o polvo), para reducir la probabilidad de sensibilización. Esto marca un cambio importante respecto a las pautas anteriores, que recomendaban retrasar su introducción. Según los estudios, el momento ideal para exponer al lactante a estos alimentos se encuentra entre los 4 y 11 meses, cuando el sistema inmunológico es más adaptable. Sin embargo, es crucial realizar esta introducción en un entorno controlado y bajo supervisión pediátrica, especialmente en niños con antecedentes familiares de alergias. Además, es recomendable mantener un registro de los nuevos alimentos introducidos y las posibles reacciones.
Beneficios de una dieta variada
La variedad en la alimentación no solo reduce el riesgo de deficiencias nutricionales, sino que también fomenta hábitos alimenticios saludables a largo plazo. Las carnes magras y el pescado aportan proteínas, hierro y ácidos grasos esenciales, mientras que el huevo contribuye con colina, vital para el desarrollo cerebral. Además, la exposición temprana a una amplia variedad de sabores y texturas favorece la aceptación de nuevos alimentos y reduce el riesgo de neofobia alimentaria (miedo a los nuevos alimentos) en etapas posteriores de la infancia.
Una dieta variada también está asociada con beneficios a nivel microbiota intestinal. Estudios recientes sugieren que una alimentación diversificada puede promover un microbioma más robusto y equilibrado, lo cual está relacionado con una mejor salud inmunológica y metabólica. Al incorporar estos alimentos a edades tempranas, junto con frutas, vegetales y cereales integrales, se garantiza una dieta equilibrada y nutritiva.
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Las alergias alimentarias afectan aproximadamente al 8% de los niños menores de tres años. Sin embargo, un estudio publicado en “The Journal of Allergy and Clinical Immunology” (Fewtrell et al., 2022) reveló que la introducción temprana de alérgenos comunes como el huevo y el pescado podría disminuir hasta en un 50% el riesgo de desarrollar alergias. Además, los ácidos grasos omega-3 presentes en el pescado azul no solo benefician al cerebro del lactante, sino que también pueden tener efectos antiinflamatorios que mejoran la salud cardiovascular desde etapas tempranas.
Prof. Dr. D. Juan Antonio Molina Font, Catedrático de Pediatría, Universidad de Granada.**
Revisado por María Gabriela Sagastume Rodríguez, Estudiante de Nutrición Clínica, Universidad Mariano Gálvez de Guatemala y Dra. Jennifer Bernal-Rivas, Investigadora colaboradora de la Fundación Iberoamericana de Nutrición. Enero, 2025.
Referencias
WHO. WHO Guideline for complementary feeding of infants and young children 6–23 months of age. Geneva: World Health Organization; 2023. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/373358/9789240081864-eng.pdf?sequence=1 Consultado 3 febrero 2025
Australasian Society of Clinical Immunology and Allergy. Infant feeding and allergy prevention guidelines [Internet]. ASCIA; 2023 [cited 2024 Dec 15]. Available from: https://www.allergy.org.au/images/pcc/ASCIA_Guidelines_Infant_Feeding_and_Allergy_Prevention_2020.pdf
Trogen B, Jacobs S, Nowak-Wegrzyn A. Early Introduction of Allergenic Foods and the Prevention of Food Allergy. Nutrients 2022;14:2565. https://doi.org/10.3390/nu14132565.
Fewtrell M, Bronsky J, Campoy C, et al. «Complementary feeding: A position paper by the ESPGHAN Committee on Nutrition.» *J Pediatr Gastroenterol Nutr*. 2022;64(1):119-132. doi:10.1097/MPG.0000000000001454.
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