Necesidades de agua y líquidos en los ancianos

Aunque el agua suele no ser considerada parte de los nutrientes, en realidad es un elemento esencial para mantener la vida y debe ser aportada a través de la dieta en cantidades mucho mayores que las que produce el propio metabolismo. De hecho, podemos considerarla un verdadero nutriente, especialmente en las personas mayores, quienes deben prestar especial atención a su hidratación.

El proceso natural de envejecimiento conlleva cambios en los mecanismos de regulación del cuerpo, lo que puede alterar el balance de agua y electrolitos, afectando negativamente la salud de la persona y aumentando el riesgo de enfermedades y complicaciones. Este desequilibrio se convierte en uno de los principales desafíos clínicos para los adultos mayores.

Es bueno beber durante el día fuera de las comidas, aunque no se tenga sed

El agua es vida. Esto es una realidad totalmente demostrable en los seres humanos. El agua es especialmente importante en las personas mayores por diversas circunstancias. En primer lugar, porque el agua corporal total (la cantidad de agua que contiene el cuerpo) disminuye a lo largo de la vida. Es decir, aunque se pierda menos agua, se puede notar más.

Además, con el paso de los años se va atenuando la sensación de sed. Esto se produce porque los mecanismos hormonales y los receptores de la pared de los vasos son menos sensibles a los cambios de la cantidad de líquido en nuestro cuerpo. Por ese motivo la respuesta a la pérdida de agua es más lenta. El mejor truco es beber agua habitualmente sin esperar a tener sed.

En tercer lugar, a veces se tienen pérdidas excesivas de agua por una diarrea, por sudar demasiado, por tratamientos con diuréticos o por diversas enfermedades. Algunas de estas enfermedades son más frecuentes en las personas mayores.

Por último, algunas personas han tomado la costumbre de no beber apenas agua. Esta costumbre, que fuerza los mecanismos de ahorro de agua, es muy peligrosa cuando uno se hace mayor. Otras personas mayores tienen dificultades para beber porque no se pueden desplazar (incapacidad física) o no pueden tragar bien.

Recomendaciones sobre el consumo de agua

No toda el agua viene de la que se bebe. El propio organismo produce agua en distintas reacciones químicas (unos 350 cc al día). Otra cantidad proviene del agua que llevan los alimentos en su composición (unos 500 cc) y los demás líquidos que bebemos. No obstante, el agua del metabolismo y de los alimentos no líquidos no es suficiente para las necesidades. Para cubrir las necesidades es preciso llegar a beber entre litro y medio y dos litros de líquido al día. Esto son unos seis a ocho vasos grandes.

Para muchas personas, alcanzar este objetivo puede resultar complicado debido a factores como la edad avanzada, dificultades físicas que dificultan el acceso al agua, enfermedades crónicas, demencia o una menor sensación de sed. Además, algunas evitan consumir líquidos por miedo a la incontinencia o para evitar las molestias de tener que ir al baño cuando están fuera de casa. Es importante recordar a las personas mayores la necesidad de beber líquidos a lo largo del día, incluso si no sienten sed. Una buena estrategia es asegurarse de que tomen líquidos por la mañana temprano, especialmente si padecen incontinencia, para evitar el consumo de bebidas por la noche.

Vale el agua, la leche, los zumos, las infusiones. Cualquier líquido que apetezca mientras no tenga alcohol. Es conveniente evitar las bebidas con gas, o al menos no abusar de ellas.

En caso de no tenerla, hay que establecer pronto la costumbre de beber agua durante el día fuera de las comidas, aunque no se tenga sed. Esta costumbre de tomar al menos una cantidad mínima de líquidos al día es sencilla, barata, y sus beneficios muy numerosos.

Consideraciones sobre el alcohol

El alcohol es una de las pocas drogas legales. A partir de una cantidad diaria crea problemas de salud y dependencia. El alcoholismo no es excepcional en las personas mayores, y la adicción al alcohol puede empezar en estas edades. Por tanto, es conveniente limitar la cantidad de bebidas alcohólicas.

El alcohol puede afectar el equilibrio, la coordinación y el tiempo de reacción, lo que aumenta el riesgo de caídas y otros accidentes, que pueden ser especialmente peligrosos en los adultos mayores.

Por otro lado, muchos adultos mayores toman medicamentos para tratar diversas condiciones de salud, y el alcohol puede interactuar de manera negativa con estos fármacos, disminuyendo su efectividad o provocando efectos secundarios peligrosos.

En relación al agua, el alcohol tiene un efecto diurético, lo que puede causar deshidratación. En los adultos mayores, esto puede ser aún más problemático debido a la disminución de la sensación de sed y la menor capacidad del cuerpo para manejar líquidos.

Aunque el alcohol puede inducir somnolencia, interfiere con la calidad del sueño, lo que puede empeorar los problemas de insomnio y otras afecciones relacionadas con el sueño en los adultos mayores.

Es importante que los adultos mayores, especialmente aquellos con condiciones médicas preexistentes, consulten con su médico sobre el consumo de alcohol y sus posibles riesgos.

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También se pierde agua por los riñones, los intestinos, los pulmones y la piel. Normalmente uno no se da cuenta de las pérdidas por los pulmones (el vapor de agua que sale al respirar, que se aprecia muy bien en las ventanas de los lugares cálidos los días fríos). Tampoco de la que se pierde con el sudor a través de la piel, o de la que sale con las heces normales. Por eso los médicos las llaman «pérdidas insensibles» lo que podrían llevar a una deshidratación. Por otro lado, debido a diversos factores como la disminución de la sensación de sed, la función renal deteriorada y la mayor susceptibilidad a enfermedades crónicas, los ancianos son especialmente vulnerables a la deshidratación.

Dra. Dª. Marina Carpena, Licenciada en Medicina y Cirugía

Revisado por Dra. Casandra Madrigal. Nutricionista-Dietista, Doctora en Nutrición y Ciencia de los alimentos. Fundación Iberoamericana de Nutrición-FINUT. Marzo, 2025.

Referencias

Salas Salvadó J, Maraver Eizaguirre F, Rodríguez-Mañas L, Saenz de Pipaón M, Vitoria Miñana I, Moreno Aznar L. Importancia del consumo de agua en la salud y la prevención de la enfermedad: situación actual. Nutr Hosp. 2020;37(5):1072-1086. doi:10.20960/nh.03160

Isabel, E. S., Lorena, S. L., María, O. P., Marta, U. L., Sara, A. L., & Lara, S. M. L. (2024). Proceso de atención de enfermería. Deshidratación severa en el anciano. Revista Sanitaria de Investigación., V(08). https://doi.org/10.34896/rsi.2024.49.11.001

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