En las sociedades desarrolladas, y cada vez más en países en desarrollo, la obesidad infantil se ha convertido en un problema de salud de proporciones alarmantes. De acuerdo con datos recientes, afecta a aproximadamente 38 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Combatir este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto de los padres, las escuelas, las cadenas alimentarias y toda la sociedad. El ejemplo de los padres desempeña un papel crucial en la adopción de hábitos saludables desde la infancia.

Definición y causas de la obesidad infantil

La obesidad infantil se define como una acumulación excesiva de grasa corporal que puede perjudicar la salud. Es un desequilibrio entre la ingesta de calorías y el gasto energético. Se considera que un niño es obeso cuando supera en un 20% el peso ideal para su edad y altura, según las tablas de referencia. Aunque en la mayoría de los casos la causa principal es un estilo de vida poco saludable, también puede estar relacionada con problemas endocrinos u otros factores genéticos, que requieren la intervención de un especialista.

Entre los factores clave que contribuyen al problema están la disponibilidad de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y grasas poco saludables, así como la disminución de la actividad física debido al aumento del tiempo frente a pantallas y la urbanización que limita espacios seguros para jugar. Además, factores psicológicos como el estrés, la ansiedad y los patrones de sueño inadecuados también han sido identificados como contribuyentes importantes.

La OMS califica la obesidad como la «epidemia del siglo XXI» debido a sus repercusiones sanitarias, sociales y económicas. La ingesta de alimentos con alta densidad calórica y bajo contenido nutricional es un factor determinante. Además, el sedentarismo, impulsado por el tiempo excesivo frente a pantallas, agrava el problema. Las desigualdades socioeconómicas también desempeñan un papel importante, ya que las familias con menos recursos tienen más dificultades para acceder a alimentos saludables.

Impacto físico, psicológico y social

La obesidad no es solo una condición física; también tiene consecuencias psicológicas y sociales. Niños con sobrepeso enfrentan un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, hipercolesterolemia y problemas cardiovasculares en el futuro. También son más propensos a sufrir problemas de autoestima, aislamiento social y dificultades en el rendimiento académico y deportivo.

En el plano social, los niños obesos pueden experimentar bullying y discriminación, lo que exacerba problemas emocionales como la depresión y la ansiedad. Esto crea un círculo vicioso, ya que la angustia emocional puede llevar a patrones de alimentación emocional que perpetúan el sobrepeso. Estudios recientes también han destacado el impacto de la obesidad infantil en la calidad del sueño, con trastornos como la apnea del sueño que afectan el desarrollo físico y cognitivo.

En España, el 40% de los niños presentan sobrepeso u obesidad, según la Encuesta Nacional de Salud de 2022. Este fenómeno está estrechamente vinculado a los hábitos familiares. Estudios muestran que el 40% de los niños con un progenitor obeso también son obesos, mientras que la cifra aumenta al 80% si ambos padres lo son. Este factor familiar subraya la importancia de adoptar intervenciones dirigidas a toda la unidad familiar.

Estrategias globales y locales para combatir la obesidad infantil

La lucha contra la obesidad infantil requiere una combinación de esfuerzos individuales, familiares y gubernamentales. La OMS recomienda limitar el consumo de alimentos ricos en grasas, azúcares y sal, promoviendo una dieta equilibrada y actividad física regular. Las estrategias exitosas deben incluir:

Educación en la escuela: Los centros educativos juegan un papel esencial. Es necesario incorporar programas que enseñen a los niños la importancia de una alimentación saludable y el ejercicio regular. Iniciativas como «Elige Salud» en algunos países de la Unión Europea han demostrado ser efectivas en la reducción del índice de obesidad. Además, las escuelas pueden ofrecer opciones más saludables en las cafeterías y fomentar actividades extracurriculares centradas en el deporte.

El papel de los padres:Los padres deben modelar hábitos saludables al planificar comidas equilibradas, limitar los alimentos ultraprocesados y fomentar la actividad física. Además, reducir el tiempo frente a pantallas y priorizar el sueño adecuado también son aspectos clave. La participación activa de los padres en programas de prevención mejora significativamente los resultados en la reducción del peso infantil.

Industrias alimentarias responsables: Las empresas deben reformular sus productos para ofrecer opciones más nutritivas. Esto incluye mejorar el etiquetado nutricional y evitar la comercialización de productos poco saludables dirigida a niños. Algunas cadenas alimenticias han introducido menús infantiles equilibrados como respuesta a esta demanda. También se ha propuesto que las empresas financien campañas de educación alimentaria como parte de su responsabilidad social corporativa.

Políticas gubernamentales: Los gobiernos deben establecer regulaciones más estrictas sobre la publicidad de alimentos poco saludables y promover campañas de concienciación. En países como México, el etiquetado frontal de advertencia ha reducido el consumo de bebidas azucaradas. Asimismo, subsidios para alimentos saludables podrían facilitar su acceso a familias de bajos ingresos.

Las empresas de nutrición y farmacéuticas: Se recomienda que tanto las empresas de nutrición como las farmacéuticas, en lugar de buscar una solución mágica para eliminar la grasa corporal, dirijan sus recursos hacia la promoción de productos más saludables.

Saber más

Un estudio publicado en The Lancet en 2021 reveló que niños con obesidad tienen el doble de riesgo de padecer enfermedades no transmisibles en la adultez, como diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Además, investigaciones recientes han demostrado que el intestino desempeña un papel crucial en la regulación del peso, lo que ha llevado al desarrollo de tratamientos que modulan el microbioma intestinal para combatir la obesidad. También se ha observado que los niños que consumen alimentos ricos en fibra y que mantienen horarios regulares de comida tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad.

Boletín de la Fundación de Hipercolesterolemia Familiar

Dª. Trinidad Aparicio Pérez, Psicóloga, Especialista en infancia y adolescencia

Revisado por María Gabriela Sagastume Rodríguez, Estudiante de Nutrición  Clínica, Universidad Mariano Gálvez de Guatemala. Fundación Iberoamericana de Nutrición. Diciembre, 2024.

Referencias

World Health Organization. Obesity and overweight. WHO. 2023. Disponible en: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight

Ministerio de Sanidad. Encuesta Nacional de Salud 2022. España: Gobierno de España; 2023. Disponible en: [https://www.sanidad.gob.es](https://www.sanidad.gob.es)

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Miller GD, Kanter M, Rycken L, 4. Comerford KB, Gardner NM, Brown KA. Food Systems Transformation for Child Health and Well-Being: The Essential Role of Dairy. International Journal of Environmental Research and Public Health [Internet]. 2021 Oct 8 [cited 2022 Dec 5];18(19):10535. Available from: https://www.mdpi.com/1660-4601/18/19/10535

Sahoo K, Sahoo B, Choudhury AK, et al. Childhood obesity: causes and consequences. Journal of Family Medicine and Primary Care. 2023;4(2):187-192. Disponible en: https://journals.lww.com/jfmpc/pages/default.aspx